martes, 29 de marzo de 2016

A un árbol florido



Querido árbol florido: -creo que eres un almendro-, que  nos hiciste esperar más que otros años antes de ponerte bonito. El sitio donde vives y esperas a que llegue el tiempo del milagro para que todos te miren, (me viste la cara de boba mientras hacía la foto), está muy cerca de donde yo transito. Se pasó  febrero, y no se hizo el milagro,  no fuiste como siempre  el "adelantao" de la primavera. 
Y por qué  tardaste tanto,  por eso del "cambio climático", o la desatención de los humanos, que confiamos demasiado en el instinto  de la naturaleza, ¡como si   no tuviéramos  nada que ver!,  fíjate  que somos memos, también formamos parte de ella.

-No tengo claro la fiabilidad de estas cosas-, pero hoy he visto en la trastienda del  blog, que hay una visita de Siria, nombre que se cruzó en lo que te estaba contando, y me ha dado que pensar, ¡cómo no!, con todo lo que significa  ese país desde hace ya demasiado tiempo. ¿Era por eso por lo que tú y tus compañeros de vereda os resistíais a regalarnos vuestro encanto florido?,  ¿estábais esperando a que los habitantes de este mundo al que tú también perteneces,  fuéramos más razonables y capaces de crear otros  paisajes más habitables y justos,  como tú,  sin más interés que cumplir con el ciclo de la vida,  y a la vez dar  ese espectáculo sublime.
 A pesar de todo he de decirte ¡gracias por venir!, aunque seguimos siendo igual de cenutrios, injustos, insolidarios, e incapaces de ver más allá de nuestras narices. Que nos pusimos nerviosos porque la primavera se estaba retrasando, ¡oh Dios!  Sin reparar en que son artimañas para no fijarnos en otros  bosques más tristes y más feos, y  para nuestra tranquilidad  están  mucho más lejos.

Te digo esto querido árbol cuando casi todas tus flores ahora ya son una alfombra rosácea que se confunde  con el color pardo suelo.
Hasta la próxima, y florece cuando quieras, pero florece.


Purificación