viernes, 27 de marzo de 2015

Pocas certezas

mancha de acuarela

Volvía de mi clase de pintura con la idea de buscar información  sobre el color azul, estamos aprendiendo a hacer  un "libro de autor", hace días que  nos lo propuso  el profesor. Como me pasa siempre tardo entrar al "trapo". No sé. No tengo mucha idea. Es que no se me ocurre nada.  Los ánimos y las ideas que según salen se esconden, me dejan en blanco.
Como todos los días, la cocina se llenó de palabras al poner la mini-tele, mientras voy dejando  los bártulos. Algo me había perdido, algo trágico había  sucedido  mientras yo disfrutaba jugando con los colores. Un grave acidente, un avión, Barcelona- Dusseldorf,  ha caido en los Alpes, al poco tiempo de salir. Muchas víctimas, de varias nacionlidades, también españolas. Poco a poco, no, atropelladamente,  se van dando datos, y como sucede casi siempre el número de víctimas cambia según las prisas  por  ofrecer más datos. 
A partir de ahí todo son datos y datos, a veces  contradictorios, pero no importa. Las tertulias de las teles se nutren de personas entendidas en todo, y de todo. "La investigación es urgente, y hasta que no  se recuperen las cajas negras, que son rojas, no se sabrán los motivos, pero eso, -siempre según los datos-,  tardará en producirse, el proceso es bastante laborioso. Serán bastantes días sin saber las causas". Mientras los supuestos y las hipótesis de los entendidos dan para ratos y ratos de programas, ampliados en el tiempo por la gravedad del acontecimiento. Que si los viajes de bajo costo, que si atentado terrorista, que lo raro son los ocho minutos que no se escucha nada, hasta que cae, que no contestan a la torre de control que les llama por tres veces, y se acumulan los datos.
Tan sólo un día, un día  después, la policía alemana toma por asalto la casa del copiloto, porque la caja negra ha sido encontrada mucho  antes de lo que se creía y ha "cantado" todo lo que sucedió en los últimos momentos. Es el culpable, un muchacho de 28 años con seiscientas horas vuelo,  al no abrir la puerta de ,con ¿demasiada seguridad?, de la cabina al compañero, piloto, que había salido al baño.  
Las palabra, copiloto, además de, víctimas, y,  familiares,  inunda las noticias. El copiloto se convierte en ese protagonista culpable que buscaban todos, las autoridades, que corrieron allí para hacerse la foto, y todos los investigadores de pacotilla que tienen todas las cadenas de televisión. Una vez encontrado donde dirigir las flechas, todos a disparar,  hasta parece que con alivio, porque es mejor disparar a algo en concreto, una foto del muchacho delante de un puente o algo así.
La verdadera tragedia, en realidad la viven los familiares de las víctimas, que son muchas cuando se cae un avión, esa es la única certeza. Por mucho que les lleven y les traigan, y les ofrezcan y les adulen. Y no sé si cambia en algo su desgracia, el saber quien provocó tan horrible  fatalidad. 
Cuando pasan estas cosas, estamos unos días o meses, depende, sobrepasados de información, y es casi imposible evadirse del tema, si pones  la tele, o la radio. Y cambiarán el chip, cuando ocurra otra desgracia capaz de tapar la anterior.
Yo también lo siento por todas la víctimas y por sus familiares. Y me pasa que también pienso en los familiares del "pobre" copiloto que de repente se encuentran afectados igualmente, con el agravante de que son los familiares del culpable de tanto dolor. 
Reconozco que soy muy escéptica, y  me cuesta asumir  tantas  certezas, aunque según las noticias y los datos siguen apareciendo más pruebas de culpabilidad.  
 Y me tomo la libertad de pensar más: Si por casualidad, apareciera alguna prueba de que las cosas no fueron así, alguien se atrevería a decirlo.  Porque en estos casos siempre quedan muchas preguntas sin responder.
Y no aprovecharé el azul, en este caso,  del cielo, para decir  que fue el testigo de la catatátrofe y todo eso, no. Todavía hay mucha emoción. Pero los datos y la vida siguen.

Purificación.