sábado, 28 de junio de 2014

Hay días...

Hay  lecturas que  sugieren  pensamientos.

Estoy leyendo el libro, "Echo al fuego los restos del naufragio", de Pedro Ojeda Escudero, del blog amigo "La Acequia", con fotografías de Javier García Riobó, un librito pequeño y manejable pero  con mucho contenido. Voy despacio mirando  aquí y  allá, y ahora me he parado aquí. 






"Hoy llueve como suele llover  los domingos. Llueve con mansedumbre e insistencia, lavando la cara a la ciudad.

El tiempo es más lento y hay melancolía en cada esquina, que me asalta cuando las doblo en el camino, para recordarme mi biografía, mi soledad y mi conciencia.


Debería llover más, para lavarnos por dentro."    (pág, 39)







Es verdad que los domingos van sin  ritmo fijo, -a su bola, se dice ahora-, y todo lo que sucede es un lento  preparativo para la prisa que ha de  venir.

Hay días... que la piel se vuelve fina y transparente,  y cualquier leve  brisa  le hace estremecer. Y es más  profundo el  hueco  en el estómago, o algo que tenemos por ahí.  
La tristeza y la alegría  pugnando por salir,  una sale y la otra espera, no mucho seguramente lo que las une es tan  fino que  las confunde y a veces  el llorar, es reír. 
Parece que fuera necesario,  que de vez en cuando  haya días... así.

Purificación.
Imagen Internet

jueves, 19 de junio de 2014

De banderas...


Ya pensaba yo que el día iba a ser intenso. No todos los días te abdica el rey,  casi de improviso.
Desdoblé la bandera de España que guardaba desde 2010 en la caja "patriotera",  antes de atarla al balcón la sacudí por si quedaban serpentinas  y confetti, todavía se notaban  las manchas del champán y el olor  de  arrogancia concentrado,  para ir haciendo  ambiente. 
Los chicos de la roja, desconcertados por los cinco regalos del partido anterior, seguían con el desconcierto. ¿Les pesaban los años, los kilos, la falta de hambre, la responsabilidad, el calor, la humedad, la mala uva vengativa de los holandeses, o el  genio y la fuerza  de los chilenos por defender  la roja, la suya. Las cosas tienen su tiempo y la estrellita al lado del corazón se queda sola, por lo menos cuatro años más.  
En fin,  tendré que recoger la bandera  que  ni siquiera le dio tiempo a refrescarse, aunque pensándolo bien, y dadas las circunstancias  la dejaré un día más, y mato dos pájaros de un tiro.  Mañana ( o sea, hoy)  me planto la pamela  amarilla con  el  enorme lazo   morado, que guardo  en la misma caja, (ellas, también saben convivir)  para seguir haciendo ambiente, y me sentaré otra vez en el sofá para ver el otro espectáculo pendiente. Complemento arriba, complemento abajo, hay que ser testigo del tiempo que nos toca vivir lo más acorde posible con la ocasión. Ya, pues eso. 

Purificación.
Imagen Internet.