domingo, 14 de diciembre de 2014

Conclusiones

Conversaciones  diarias.
Es media mañana, el autobús que sale del Campus Universitario, arranca y una muchacha se sienta en el asiento que hay detrás de mí, después un hombre, se dispone a ocupar el asiento que queda libre a su lado. 



- Esto no se hace, esto es público, lo pagamos todos; yo... tú papá... todos.
- Bueno,  como no había nadie... por eso la he dejado ahí, pero ya la quito.
- Claro mujer, la juventud sois la esperanza de España.
- Ah, si sí claro, claro.
- ¿Eres de la Politécnica?
- No, soy de  Medicina.
- ¿A  sí?, ¡qué bueno!. Seguro que seréis  mejores que nosotros. 
- Qué curso.
- Segundo.
- Ah, muy bien.
  Silencio.

El escuchante involuntario saca sus conclusiones.
La conversación prometía una discusión por la mochila que la chica dejó en el asiento vacío de al lado. Una meméz. Pero todo fue en un tono bajo y suave. El hombre, posiblemente  médico, ya, tenía un marcado acento latinoaméricano, argentino quizá, que me pareció decisivo, para que la breve charla se quedara en un amable interrogatorio. La chica, simplemente le siguió la corriente, sus contestaciones fueron más cortantes, justas, para qué más. No la ví, yo iba delante, pero estoy casi segura que se refugió en el juqueteo táctil del móvil para dar por terminada la incómoda conversación.
Yo me bajé antes. Y pensé que a veces por basatante menos, la cosa termina en una acalorada discusión donde lo primero que se ausenta  es el respeto.

Purificación.
Imagen: Internet

domingo, 30 de noviembre de 2014

"Cuando la vida se vuelve mala"


Colaboración para el Club de Lectura de "La Acequia" dirigido por Pedro Ojeda Escudero.

         Leo por segunda vez, Nada, de Carmen Laforet, confieso que la primera vez me impresionó bastante, mucho. Es parte de la vida de la joven Andrea,  historia cruda, dura, difícil de roer, y si embargo  repetida en la época en que se ubica, España, recién terminada la Guerra Civil. Impacta por la forma de contarla, más efectista con la primera persona, y sospechosamente autobiográfica, aunque Laforet, no lo aclaró. Pero ante todo, lo que más impresiona es la juventud de la autora que fue capaz de escribir una historia así. Fue premio Nadal 1944.
 Esta vez  estuve más a la defensiva para no dejarme atrapar  y ser un poco más objetiva, pero me ha vuelto a conmover. Como suele suceder en las segundas veces, se descubren matices, detalles nuevos. Me sorprende, y  fastidia, el comportamiento de Andrea, que dentro de su desgraciada y precaria situación, sea capaz de pasar hambre y gastar su poco dinero en cosas superfluas, dulces, o un ramo de flores para regalar.   Caprichos muy caros para ella, en todos los sentidos, quiizás una forma de rebeldía, casi la única, dadas las circunstancias. Consideración mía, o, más bien reproche,  muy de madre, y posiblemente también de la suya, si la hubiera tenido. Su ir y venir por los sitios,  con la enorme carga  de tristeza y decrepitud a cuestas,  que lo mismo la hunde en lo más profundo,  que parece  pasar de puntillas como simple espectadora, por   las situaciones difíciles que se viven en la casa, y que al final siempre la salpican  dejándola amargamente tocada, esperando algo que no llega, que la vida deje de ser mala.


Entonces escribí un breve resumen, de la conocida novela, más o menos así;

Comienza con la llegada de Andrea,  a la Barcelona, de la posguerra, a casa de los familiares maternos que la ayudarán el tiempo que esté allí para realizar sus estudios. Demasiado pronto se encuentra con la cruda realidad que se vive en aquellos momentos en casa de sus parientes que delata un pasado de riqueza y bienestar, ahora con habitaciones sucias,  muebles amontonados, y en pésimas condiciones, pasando hambre y necesidades, reflejo de la decadencia de la sociedad burguesa.
Después del espanto de los primeros  días se va  adaptando a duras penas a la patética e inesperada situación que cambia de golpe su vida, haciéndola adulta de la  manera más triste y difícil, en aquel ambiente  lúgubre y desasosegante  que comparte como puede con los demás habitantes de la casa:
La abuela, cariñosa y olvidadiza, a pesar de la edad, pendiente de todos y el único punto de unión de la desastrosa situación familiar. Los tíos, Juan y Román; cada uno con su paranoia particular que les incapacita para el mínimo entendimiento. Artistas frustrados, uno por la situación de penuria de un país en plena posguerra, el otro,  por los complejos que sufre al no asumir su   falta de facultades. La tía  Angustias, que trata de manejar  a la joven Andrea, desde el principio, hasta que abandona la casa para ingresar en un convento, dejándole algo más de independencia. Gloria,  mujer de Juan, con un pasado turbio que la relaciona con el otro hermano, y que soporta el carácter agrio y los malos tratos de su marido, incluso en presencia del pequeño hijo de ambos,  víctima doblemente  de la penuria familiar, aunque la abuela se desviva porque nada le falte. Y Antonia; la criada, cosa difícil de comprender  contando con la   crítica situación económica de la familia, siempre atrincherada en la cocina  controlando lo poco que hay para cocinar y limpiar, y ocupando el mucho tiempo de sobra, en espiar a  los demás.
Todos, como en un barco sin rumbo y sin esperanza, empujan a Andrea a buscar algo parecido a la normalidad fuera de la casa. Salir a la calle le ayuda a sobrellevar los momentos difíciles, que son todos, y observar a la gente que supone más feliz que ella le distrae y le hace olvidar.
 Barcelona, se convierte en un personaje tan importante o más que la casa de la calle Aribau, que Andrea,  recuerda vagamente de su niñez y ahora redescubre cada vez que transita por sus calles por obligación o huyendo de la situación cada vez más axfisiante. 
La ciudad se va presentando ante ella y le ofrece sus calles como cobijo. Primero en los recorridos a la universidad, ampliándose después en las salidas con los compañeros. Y en una dramática y surrealista "excursión" nocturna acompañando a su tío Juan. Sin darse cuenta vive dos vidas paralelas y muy distintas: la de dentro de la casa, triste dura y decepcionante para una muchacha de su edad. Y la de fuera, con la frescura del aire, el color de los árboles, los jardines, las siluetas de los edificios, la gente que se cruza por las calles. Todo lo vive con la intensidad necesaria para olvidar,  procurando, eso sí, no mezclar la una con la otra, para no ensuciar su bonita amistad con Ena, compañera y amiga del alma, que se convierte en el ideal de lo que le gustaría  ser y tener. Todo se hunde para ella cuando  Ena, entra en su otra vida, la que tanto le avergüenza y le trastorna, interrumpiendo  de golpe la parte de amabilidad  esporádica de sus días, haciéndola sufrir  todavía más que cuando no puede conciliar el sueño por el hambre que le estruja el estómago.
El tiempo que todo lo mide, acabará con esa parte cruel de su vida  cuando una mañana fría y en silencio para no despertar a nadie, sale de la casa recordando el día que llegó, en donde esperaba todo, y según creía ella, se iba sin nada. 
Termina la novela con un final abierto, esperanzado, "Unos momentos después, la calle Aribau y Barcelona entera quedaban detrás de mí." 
Y el lector, que ha "vivido" con ella toda su aventura, añade: 
Con ella se va una dura experiencia  que la ha de servir para resurgir como un pájaro joven y fuerte  que quiere  volar de nuevo, a pesar del  pegajoso barro en las alas.  

Purificación.


     "Como sucede casi siempre con la obras escritas por autores muy jóvenes, es una novela autobiográfica, de manera que el mundo atroz que describe Andrea, la protagonista y narradora, debe de estar muy cerca de la realidad vivida por Laforet, de una pesadilla marcada a sangra y lágrimas. Nada, es un cuento cruel, cuando la vida se vuelve mala". Rosa Montero.

(La ilustración de la portada, de Cristina García Ganga, me recuerda  a un cuadro de Hopper, que yo admiro mucho, casualidades).

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cosas de casas


El pasar del tiempo   cambia las cosas, y nos damos cuenta cuando ya no cambia nada, como los paisajes en que nada florece, ni se amustia, pero esperan pacientes la  revolución de una primavera.


      Empezó a dejar cosas fuera de su sitio, aquí y allá,  en cierto modo creaba la ilusión, de que todo era como antes. Ahora se daba cuenta  que  después de tanto  afán por  ordenarlo todo,  era precisamente el desorden el signo de la vida,  diaria.              Las pocas prendas  que quedaban en los armarios, ya no salían  ni entraban como por arte de magia,  ni se quedaban  tiradas por las sillas, el suelo, o en aquel artilugio que compró para hacer bicicleta sin salir de casa, y que cumplía sin rechistar la misión de multi-perchero, de maravilla. Y la frase de "a ver si ordenas la habitación" tantas veces gritada desde la cocina, y que siempre se quedaba rezagada por el pasillo, ya era un sinsentido.

      No era la primera vez que le pasó por la cabeza, al igual que en ese cuento de Cortázar,  que siempre le inquietó; ir cerrando las habitaciones, como si fuera otra  "Casa tomada". En su propio beneficio pensaba que en el brevísimo relato, raro e intrigante y que Julio, cuenta con maestría, la casa no era tomada por seres extraños, sino dejada por los dos protagonistas,  y  poco a poco arrinconarse para disimular mejor la  soledad. Pero no se rendiría, si no llegaba,  ella misma haría la revolución.


  Purificación.



La masía, Joan Miró

miércoles, 1 de octubre de 2014

Charlas de media tarde

No es la primera vez, ni será la última, que tengo una conversación por teléfono con una amiga con la que puedo hablar de casi todo. 
No es muy a menudo y por eso cuando sucede, la llamada  suele durar más de una  hora. Nos enrollamos con cualquier tema, no nos importa mezclar "churras" con "merinas",  y  después de tocar todos los habituales o sea los domésticos, así, como por inercia,  fijo que siempre terminamos hablando de escritura, y del último libro que hemos leído,  y que nos llamó mucho la atención. Ella,  me habló de un librito de Vargas Llosa, "Cartas a  un joven novelista" y  recordó que a mí me gustan  las cartas, el género epistolar, que se dice, y me explicó un poco por encima algunos detalles de él. Lo buscaré.  Qué casualidad, le dije;  uno de los  últimos libros que leí, antes del verano y me entrara la vagancia crónica que todavía me dura,  y me enganchó, bueno  más exactamente que me costó olvidar, cuando un libro me atrapa me cuesta salir de él, "La sociedad  literaria y el pastel  de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer, -si ya sé, el título ya se las trae, pero está justificadísimo, te lo aseguro-. Se lo cuento a grandes rasgos para crearle curiosidad... -verás; la autora construye una novela a través de cartas que se cruzan una periodista y numerosos habitantes de la pequeña isla inglesa (Guernsey) que vivieron  la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial, y gracias a La sociedad... se reunían para hablar de libros y  otros tejemanejes. Maravilloso libro tienes que leerlo. Me entusiasmo tanto que no caigo, que a la que le gustan  las cartas es a mí.
 Se me olvidó decirle una tontada que había leído en  el Fb; que el 15 de noviembre, es el -día mundial de limpiar la nevera, y de "ME GUSTA ESCRIBIR".  Me llamó la atención por lo segundo, lo primero se da por hecho, aunque si las neveras hablaran... Nos hubiéramos reído. 
Y hasta cualquier otro día,   que tampoco quedaremos  para tomar un café. 
                             
Parau Api     (Paul Gauguin)

En otros tiempos seguramente la amistad se habría trenzado a través de cartas más o menos así:
    Querida Kety; qué es de tu vida, hace mucho que no hablamos, ... 

Gracias a  todos los que pasáis por aquí, aunque no tenga entradas nuevas. Pero sigo visitando a los  amigos. Hay temporadas así, qué le vamos a hacer. 

viernes, 1 de agosto de 2014

Vivir, morir, en vacaciones


Termina el mes de julio de este verano  raro, tardío, dice la gente, porque nunca se acuerda del anterior. Julio y agosto, los típicos de las vacaciones  se aprovechan para cambiar de aires lejos o cerca, dependiendo de la economía de cada uno.
Parece que decir vacaciones es equivalente a vida maravillosa, a parar, a quedar en suspenso, a dedicarle tiempo a otras cosas que no son las de siempre. Pero no es verdad, el tiempo sigue y los humanos repetimos una y otra vez, las mismas acciones, las buenas, las malas y para  no variar también los mismos errores, los grandes errores de los grandes planes a ejecutar, que son las guerras. 

 El impacto que nos producen las violentas escenas, sin valorar razones ni poner nombres, a los que las hacen, a los que consienten, a los que las sufren y padecen, y que nosotros  contemplamos con impotencia, angustia y pena. Y  aun  siendo posible la manipulación  de las imágenes y hasta de  la historia, nos preguntamos, para qué,  y por qué. Por qué  es que los perdedores nos parecen siempre los mismos;  niños, ancianos, madres, padres, cuerpos rotos,  casas derrumbánose,   polvo espeso, que después de los estallidos  lo cubre todo. 

Al final  las guerras son las decisiones de unos pocos que repercuten en  muchos,  para defenderse dicen... porque "no hay mejor defensa que un buen ataque". En fin para defenderse. 
Pasajera tristeza para los que miramos de lejos. Para los que lo sufren, una horrorosa  tragedia imposible de imaginar.


 Las vacaciones siguen su curso, y las guerras como parte de la escenografía del mundo, también. Tristezas, sin fecha de caducidad.

Purificación.   
Foto: jl.Cernadas.

viernes, 18 de julio de 2014

Sensaciones urbanas

Al llegar  la noche, la transitada estación de Chamartín, se queda así. Las luces caen sobre las cosas, sólo sobre las cosas.
  No hay prisas, y los pocos que quedan, ya somnolientos, esperan el tren para terminar esa división  repetitiva  del  tiempo, día-noche,   cuando para otros casi, casi, está a punto de empezar. 




Pasillos largos y tan vacíos que  parecen inútiles, cuando sólo descansan y esperan. Dentro de unas horas  todo será totalmente diferente, y la pista de patinaje  limpia  y sin obstáculos de ahora, parecerá un escenario lleno de gente ejecutando  una especie de baile sin música, sin ensayar,    con movimientos rápidos y mecánicos, como si  apenas  pisaran el suelo. La cabezas  altas buscando la clave; un número de vía que case con  el nombre del sitio donde van, y desparecer por  el hueco  indicado lo antes posible. 


Estación de Chamartín,  Madrid, 17 de julio, 12 de la noche. 

Purificación.

Pido excusas por las fotos, hechas con el móvil. Son malas, pero ahí, en varios clic, estaba la sensación urbana,  que las fotos y yo intentamos explicar.

sábado, 28 de junio de 2014

Hay días...

Hay  lecturas que  sugieren  pensamientos.

Estoy leyendo el libro, "Echo al fuego los restos del naufragio", de Pedro Ojeda Escudero, del blog amigo "La Acequia", con fotografías de Javier García Riobó, un librito pequeño y manejable pero  con mucho contenido. Voy despacio mirando  aquí y  allá, y ahora me he parado aquí. 






"Hoy llueve como suele llover  los domingos. Llueve con mansedumbre e insistencia, lavando la cara a la ciudad.

El tiempo es más lento y hay melancolía en cada esquina, que me asalta cuando las doblo en el camino, para recordarme mi biografía, mi soledad y mi conciencia.


Debería llover más, para lavarnos por dentro."    (pág, 39)







Es verdad que los domingos van sin  ritmo fijo, -a su bola, se dice ahora-, y todo lo que sucede es un lento  preparativo para la prisa que ha de  venir.

Hay días... que la piel se vuelve fina y transparente,  y cualquier leve  brisa  le hace estremecer. Y es más  profundo el  hueco  en el estómago, o algo que tenemos por ahí.  
La tristeza y la alegría  pugnando por salir,  una sale y la otra espera, no mucho seguramente lo que las une es tan  fino que  las confunde y a veces  el llorar, es reír. 
Parece que fuera necesario,  que de vez en cuando  haya días... así.

Purificación.
Imagen Internet

jueves, 19 de junio de 2014

De banderas...


Ya pensaba yo que el día iba a ser intenso. No todos los días te abdica el rey,  casi de improviso.
Desdoblé la bandera de España que guardaba desde 2010 en la caja "patriotera",  antes de atarla al balcón la sacudí por si quedaban serpentinas  y confetti, todavía se notaban  las manchas del champán y el olor  de  arrogancia concentrado,  para ir haciendo  ambiente. 
Los chicos de la roja, desconcertados por los cinco regalos del partido anterior, seguían con el desconcierto. ¿Les pesaban los años, los kilos, la falta de hambre, la responsabilidad, el calor, la humedad, la mala uva vengativa de los holandeses, o el  genio y la fuerza  de los chilenos por defender  la roja, la suya. Las cosas tienen su tiempo y la estrellita al lado del corazón se queda sola, por lo menos cuatro años más.  
En fin,  tendré que recoger la bandera  que  ni siquiera le dio tiempo a refrescarse, aunque pensándolo bien, y dadas las circunstancias  la dejaré un día más, y mato dos pájaros de un tiro.  Mañana ( o sea, hoy)  me planto la pamela  amarilla con  el  enorme lazo   morado, que guardo  en la misma caja, (ellas, también saben convivir)  para seguir haciendo ambiente, y me sentaré otra vez en el sofá para ver el otro espectáculo pendiente. Complemento arriba, complemento abajo, hay que ser testigo del tiempo que nos toca vivir lo más acorde posible con la ocasión. Ya, pues eso. 

Purificación.
Imagen Internet.

sábado, 31 de mayo de 2014

En esos tramos de la vida


 La vida, eso que  se nos otorga por la ley natural,  y que la casualidad de donde nos preparen la cuna decidirá, en buena  parte lo que será de nosotros, y que muy a pesar nuestro, no nos tratará  a todos igual. En algún tramo del difícil recorrido de la vida, la sociedad  echará un capote por medio de la enseñanza a los que se van quedando rezagados  y tratará, no con mucho entusiasmo, pero algo es algo, de igualar la balanza. Como dijo Poniatowska a ..."los ilusos, los destartalados, los candorosos"...
 Y para que  eso se haga realidad, hay centros con personas, enseñantes, que se dejan el alma en hacer que ese tramo de vida, de  chicos y chicas en esa edad especialmente conflictiva,   la mayor parte  de familias pobres, desestructuradas, escasos de normas,  y sin ningún interés por aprender,  les ayuden por lo menos, a superar lo que les venga detrás. Es esa otra parte de la enseñanaza que se conoce menos pero que importa tanto.
     
LLevo días queriendo escribir algo aquí, por la tonta idea de  que no pasara este mes sin tener ninguna entrada. Hoy, el último día del mes y en época de finales  de muchos cursos de enseñanaza, he descubierto que es verdad eso que se dice  de que los árboles no nos dejan ver el bosque, porque  ese "algo"  lo tenía  muy cerca de mí, y  quiero compartirlo  con ustedes.







"Hoy fue el último día de clase de mis alumnas de ACE. 
Los más cercanos a mí, sabéis que este ha sido un año bastante duro pues estas niñas tienen el temperamento tan grande y fuerte como su capacidad para querer (nos decía una de ellas hoy a otra profe y a mi: " no se como no se os ha caído el pelo del estrés..." refiriéndose a que no siempre se portaban muy allá con nosotras jejeje)
Ahora recordando como lloraban hoy al despedirse de nosotras y de sus compañeras, pienso en la intensidad de todo lo vivido durante el curso, y como, a pesar de los muy malos momentos que hemos pasado, se van con experiencias totalmente distintas a las anteriormente vividas, con la sensación de que pueden conseguir cosas si de verdad se lo proponen, con amigas que hoy lo siguen siendo porque resolvieron conflictos hablando entre ellas, con ganas de quererse más a sí mismas y muchísimas cosas más...
Yo también, a pesar de que creía que no llegaría a junio en mi sano juicio, también hoy le doy gracias a Dios por lo vivido con ellas. Porque he aprendido mucho de mi, de mis límites, de lo que soy capaz y de lo que no, y de que a pesar de que hayan sido capaces en alguna ocasión de sacar lo peor de mi, también han conseguido hacerme entender el amor incondicional al que debe estar dispuesto a dar un educador si de verdad quiere ver crecer a sus chavales. Ese amor incondicional que un xtiano debe regalar a los demás a pesar de que él no reciba lo mismo.
Hemos plantado semillas que no sabemos que fruto darán y que ni si quiera veremos crecer. Un trabajo que puede parecer poco agradecido, pero que tan solo con el Gracias y el abrazo de una de ellas hoy al despedirnos, me ha sabido a quince cajas de bombones de agradecimiento juntas"


Esto  escribe mi hija en su muro de FB, psicóloga, profesora de ACE, en el Centro Juvenil  "Las Naves", de  Alcalá de Henares. Una de los muchos docentes  que en estos días tendrán sentimientos parecidos.

ACE:  Aulas de Comprensión Educativa, de la Comunidad de Madrid.  

Purificación.
Imagen Internet

lunes, 28 de abril de 2014

Ecos de sociedad... en abril


Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013

Como todos los años,  llega el acontecimiento que más importa  en nuestra ciudad. No por que vengan las más grandes autoridades, ni por las múltiples actividades que lo anteceden, sino porque el "espectáculo" siempre es diferente, y depende en parte del premiado de turno.  A veces  el personaje protagonista del año  no es muy conocido,  a pesar de ser su obra muy importante y de que toda su vida la dedicó a eso de pensar, a inventar, a escribir y fabular, porque de eso va el asunto, seguir el  rastro de Don Miguel de Cervantes, y por ello, llegar hasta aquí  para recibir los honores merecidos y disparar el conocimiento de su obra y su persona,  la mañana de un ventitrés de abril.

A eso de media mañana, llegó ella; de una larga lista de galardonados es la número cuatro de "ellas". De avanzada edad, (como casi todos), menuda, cabello blanco, cara amable y risueña, y elegante con su "huipil", alegre y colorido que vestía en homenaje a las mujeres de su pais.  Le dieron los parabienes, los saludos,  las felicitaciones, y  después de colgarle la medalla en el  cuello se remangó la falda y despacio pero segura subió hasta el estrado del Paraninfo, reservado para los elegidos, allí su figura menuda parecía una pequeña imagen en la hornacina del templo, templo donde se veneran las palabras habladas y escritas en castellano. 


Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares

Despacio y tranquila fue desgranando su discurso, y sin perder la sonrisa que es como más efecto hacen las verdades, ella repartió las suyas  a todo el que la escuchaba. "El poder financiero manda no sólo en México si no en el mundo. Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos de Sancho Panza, son cada vez menos. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos de los destartalados, los candorosos"...
Nombró a muchos de sus amigos, también grandes escritores, mujeres y hombres importantes, que compartieron y comparten con ella además de la amistad, su pasión por el oficio de escribir. De entre todos ellos  fue García Márquez, el que más  estuvo, en espíritu,  por los méritos propios, y por la cercanía  de su despedida. Y habló de muchas mujeres, de las más lejanas a las contemporáneas, sin olvidarse de ninguna de  las imaginadas  por  Cervantes.  
De nombre clásico, apellido difícil y un marido "estrellero" ,  dice ella, y princesa, aunque no quiso serlo, Doña  Elena Poniatowska, francesa de nacimiento y mexicana por convicción, lució en todos los sentidos, y nos encandiló con su aspecto de abuela encantadora, que  entre sonrisa y sonrisa   defiende y critica a partes iguales. Y como era de esperar ella contribuyó a que  el espectáculo de este año fuera además de interesante y  entrañable, muy  diferente.  Ahora toca leerla para  dscubrirla más profundamente.
Bienvenida y adios, Doña Elena, un gusto haberla visto y oido por aquí y como dicen por allá, que le vaya bonito.  

Si no lo escucharon, les aconsejo que vean su discurso entero porque no tiene desperdicio


  
Purificación.
Fotos: Internet

sábado, 19 de abril de 2014

La esperanza



Cualquier día, en cualquier lugar.
Después de tantos días perdido, con frío, hambre, cansancio, el cuerpo empapado, la ropa rota e irreconocible  por la suciedad  y el barro embutido en las botas y lo que quedaba de mis  calcetines, tuve la  gran suerte  de encontrar este  escondrijo parecido a una cueva.  Por fin podría  descansar sin tener por techo el cielo raso. Ese cielo limpio y estrellado  que anuncia  las duras heladas   y que  para mi desgracia ya conocía tan bien.
            Me moví  para darme la vuelta y cambiar de postura, estaba entumecido de estar  tanto tiempo encogido para soportar mejor el intenso frío que no lograba mitigar tapado con la manta que ya sólo era un  harapo.
Era ese momento impreciso  en que el día compite con la noche para ir imponiendo su luz poco a poco. Me sorprendí al  distinguir entre las sombras a otra persona tumbada a tan solo un metro de donde yo estaba, dormida probablemente, o sólo intentando descansar.
Esperé nervioso a que hubiera más luz para ver quién era la inesperada compañía. Estaba de espaldas, y por el aspecto de su ropa imaginé que estaba en lo mismo que yo; poder sobrevivir.
      -¡Eh!  ¿Quién eres tú?  ¿En qué bando estás?  Comprobé que era un hombre más o menos de mi edad cuando se revolvió rápidamente para mirar hacia mí.
            -Y a ti qué te importa. Yo  podría hacerte la misma pregunta.
            -Yo ya estaba aquí
            -Y qué pasa, que esta porquería  de sitio te pertenece.
           -Del que llega primero. Y si no hay más remedio, defenderlo a puñetazos. Con una mueca de media sonrisa desganada, me pregunté si merecía la pena luchar ya por nada.
         El recién llegado se incorporó,  la escasa luz  me hizo  intuir, más que  ver,  su aspecto y el estado de sus ropas y  no me dieron una pista nueva, seguro que era otro desertor  cómo yo,  los había en las dos partes.
         Seguimos  la conversación  midiendo las palabras,  tanteando, sobre todo las respuestas, sin olvidar   lo que a los dos más nos preocupaba.  Si el otro sería de fiar. Se puso de pie y dio una vuelta sobre sí, buscando con la mirada.
            -No tienes nada de comer, ya veo. -¿O lo tienes escondido?
            -No.  Y de tenerlo  tampoco te daría nada, sin saber siquiera  quién eres.
          -Vale, luego hablaremos de eso-. Y  contrariado se volvió a tumbar en el suelo igual que  antes, de espaldas a mí. Supuse que le podía más el cansancio que el hambre y las ganas de discutir.  Eso y que estuviera otra vez  a mi altura me tranquilizó.  Después de un rato de hacer cábalas  sobre el cambio de la situación, el  abatimiento y el silencio me adormilaron.
Calculé  por la intensidad de la luz   que  serían  cerca de las siete de la mañana, el día empezaba a   chulear otra vez,  y de nuevo  ganarle la partida a la oscuridad.
Me volví para mirar donde estaba el otro individuo cuando  sobresaltado recordé lo ocurrido antes de quedarme dormido, pero la  claridad me daba de lleno en los ojos.  Me levanté despacio para no hacer ruido, pretendía adelantarme y poderlo mirar con detenimiento antes de que se diera cuenta. Recorrí la cueva con la mirada, no había ninguna señal en el sitio donde  había estado  tumbado. Me desperecé  para colocar  mis doloridos huesos, que ya no recordaban lo que era un colchón.
Me sentí  aliviado y decepcionado a la vez al descubrir que  de nuevo  estaba solo. Fue bueno tener a  alguien con quién hablar  después de tantos días  huyendo por el monte, de tanta  soledad  y tanto miedo compartido con las alimañas nada más.   El  tiempo que duró la   breve conversación  me sentí menos miserable,  menos humillado por la vida,  dos  personas hablando en igualdad de condiciones,  aunque  el otro  posiblemente, no fuera de los míos.
Salí de la cueva siguiendo las pisadas marcadas en el barro por el  otro desgraciado,  me llamó la atención  un papel que había en el suelo  y que todavía no se había empezado a mojar, lo cogí, era de un color pardusco indefinible,  como casi todo en aquellos tiempos,  aunque era posible que fuera blanco cuando se escribió. Tenía  los dobleces gastados, casi rotos, de tanto mostrar    su contenido,  como  un estuche que  guardara las  palabras con más celo que si fueran joyas. Lo  desdoblé   con  curiosidad   y cuidado,  intento inútil  con  mis  manos  temblorosas,  ajadas y sucias.

"Querido Juan: Donde quiera que estés,  no me olvides nunca. Con todo mi amor te espero. Siempre tuya, Teresa.
P.D. El niño se cría bien, se parece mucho a ti, y  te manda un beso."

Aquel  papel que sin duda era el motor y el alimento de alguien que sufría la misma situación que yo, se dobló solo,  por la costumbre. Lo  guardé en el único bolsillo que me quedaba, quizá con la esperanza de  poderlo devolver. Mis pensamientos volaron lejos y demasiado deprisa  en busca de los  sentimientos,  los esquivé como pude y decidí que no debía darles ni un minuto de atención. Necesitaba las pocas fuerzas que me quedaban para  seguir andando con un solo objetivo; encontrar, como fuera, algo  que se pudiera comer. Después quizá pudiera  sentarme a llorar y dejarme embaucar otra vez por la esperanza.

Purificación.

Imagen: Acuarela de Mark Horst (Internet)
Texto  actualizado. 
Publicado  en TALAVÁN TALAVÁN CUENTA.

viernes, 4 de abril de 2014

Recordando a Octavio Paz






Madrugada

Rápidas manos frías
retiran una a una
las vendas  de la sombra
Abro los ojos
todavía
estoy vivo
en el centro
de una herida todavía fresca.

Octavio Paz 

Imagen: Dibujo a pastel de Sally Strand                                                                     

lunes, 17 de marzo de 2014

Agobiante experiencia


Dijeron  que todo duraría unos veínte minutos de nada. Lo de "nada" era para animar al incauto, yo. En estas condiciones, nada, es  mucho
-No sé si podré aguantar. Me voy a poner nervioso.
-Hombre, ya que está usted aquí...
Todo colocado sobre mi cuerpo, entro en el tunel, los brazos para atrás.
-No se mueva, si le sucede algo apriete este botón. ¿si me sucede qué?
-Haga todo lo que le digan por el altavoz. Vale.
Me dejan solo, con la ansiedad creciendo.
Espero.
Lo que veo, y que tengo a un palmo de las narices me está empezando a agobiar, pero disimulo para no reconocer que quiero salir de allí, ya; pero no puedo moverme, sólo apretar el botón.
Pido clemencia a mi imaginación, para transfomar lo que veo, pero no acuden ni el paseo con árboles, ni el autobús de color rojo lleno de gente, ni la ropa que puse donde me ordenaron, ni los objetos metálicos que llevaba puestos que dejé en el bolso del abrigo, ni la cara amable, que me habló unos minutos antes. Nada, ni unos garabatos de lo más elemental, que me distraiga de la parte matálica de color blanco tan cerca de mi respiración, nada.
El zumbido continuo de la máquina se alterna con golpes secos como si la estuvieran construyendo conmigo dentro, sin ritmo ni repetición previsible para ocuparme en calcular el próximo ruido. Un lapso de tiempo bastante más largo ahora, ¿y si se olvidan de que estoy aquí?
Mi mente, cabrona, no me ayuda; ¡five!, ¡four!, ¡three!, ¡two!, ¡one!, ¡ziro!


-Señor, oiga señor. La voz de la cara amable, supongo, me salva, me deja en tierra. Son órdenes, pero es una voz y se dirige a mí. Caigo en la cuenta, es la cuarta o quinta vez que lo repite.

-Atención señor;
-coga aire,
-expulse todo el aire,
-no respire....

....-respire

Ya hemos terminado, señor. El resultado se lo enviaremos a la consulta de su médico.

Purificación.


lunes, 10 de marzo de 2014

Eso que va por el aire


     La mañana era clara y el azul del cielo sorprendente. Sobrevolaba los tejados, no como otros días, ya era necesario encontrar un sitio aparente para hacer el nido. Venía de la otra parte de la ciudad, admirando los enormes nidos que las cigüeñas orgullosas y prepotentes construyen en las históricas torres  que llevan siglos mirando al cielo y que parecieran reservadas para ellas. Pero ese no era su sitio
    Los brillos de las anillas de hierro sujetas con cemento, en la base del tejado le mandaron una señal que fue decisiva para el aterrizaje. Enseguida  empezó a reunir lo necesario para formar el hogar donde acoger a los polluelos que pronto nacerían.
     Era inteligente y muy observadora, reconoció las partes brillantes como los anclajes de una de tantas antenas  que habitan los tejados, y advirtió que aquélla no fue como las demás porque en  el espacio que la rodeaba quedaban los ecos de  conversaciones, palabras en clave muchas veces repetidas que poco a poco aprendió de tanto escucharlas. Saludos, preguntas, respuestas, cortas conversaciones amables, nombres de ciudades, que llegaban  y volvían, desde, y a cualquier parte del mundo. CQ... QSO..  QSL... QSL... QTH...QRC... QRM...QRB.
      Empezó a incubar los huevos repitiendo una y otra vez los galimatías aprendidos con una idea muy clara; que sus polluelos cuando empezaran a volar tuvieran un gran sentido de la orientación, igual al  de las viajeras empedernidas  capaces de llegar hasta el infinito, y volver dejando  miles de estelas invisibles  en  el espacio,  por donde hacer transitar los mensajes, como  la  antena de "radioaficionado"  que ocupó el mismo lugar.
     El ambiente era mágico, la ubicación  del hogar privilegiada  y  el espíritu que gobierna las ondas y atrapa todo lo que sucede en los tejados, sin duda haría todo lo demás. 
No importaba,  nadie  se lo tomó como  una ocupación indeseable e inoportuna. Al contrario, los habitantes de la casa lo aceptaron  como si él lo hubiera dispuesto así.




(CQ. etc...; códigos usados por radioaficionados)

   Purificación
Fotos: internet

sábado, 22 de febrero de 2014

MACHADO Y...

                                                     
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi  juventud,  veinte años en tierra  de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero..."



La primera vez que escuché este poema, era una canción.
Sabía que existía Machado, me acuerdo de cuando niña en el colegio, de la página del libro Álvarez, donde se hablaba de él, con  un dibujo de su cara y unos  versos   “caminante no hay camino se hace camino al andar”… que yo no entendía,  porque  todavía había caminado poco.
  Aparte de eso  no volví a oír  más de él.
Hasta que  J.M. Serrat  lo puso música, y me lo sirvió en bandeja.  Hubo muchas voces  entendidas,  que criticaron mucho  aquél atrevimiento;  que había dejado  los versos del  gran poeta a la altura del betún, que a  Machado había que leerlo en los libros. Y a mí;   ignorante  inculta que aún  no lo había leído,  me  gustó, me gustaron los dos.  Con la música paladeaba  las palabras hasta  aprenderlas  de memoria,  el ritmo de la música no evitó  que  lo que decían   me  emocionaran  igual
Y  busqué un libro y me empapé  de más poemas que no estaban en el disco; había descubierto a Machado, y de la misma manera, después a Hernández.  Hoy  no sé si aquéllos que  entonces criticaron tanto aquél acontecimiento  seguirán pensando igual.
Serrat hoy está reconocido como músico y poeta, y en  alguna universidad  le nombraron "Honoris  Causa" en  reconocimiento a su obra, y también por dar a conocer la de otros más grandes que él,  yo también se lo agradezco.



Y me queda  la pregunta; qué diría Machado si escuchara sus poemas mezclados con ese arte mayor que también es la música.  Aunque eso ya da igual.

                                                         ... SERRAT

 Purificación.


Foto: L. Sanz
Imagen: Internet.
(Texto publicado por primera vez en el blog amigo TALAVAN TALAVAN CUENTA)

martes, 18 de febrero de 2014

Dudas por correo

    (Revisitado)

Hacía un buen rato que Dori observaba  el paquete que a media mañana  había llegado a casa con su nombre: Teodora Fernández Escribano, -lo decía bien clarito-pero ninguno  en el remitente.  Para observarlo  mejor se sentó separada de la mesa de la cocina  donde lo había dejado el repartidor, y moviendo la cabeza de un lado a otro se preguntaba,  por qué   tomarse  las molestias y no darse a conocer.
             ¿Querrían darle una sorpresa?
            Una sorpresa…  puede ser buena o mala -pensaba ella- de momento lo encontraba divertido, un paquete con el para: pero sin el de:
      Ignoraba el remitente clandestino que Dori,  no era curiosa. Que  podría estar mirándolo  horas, sin hacer nada al respecto. Que dejaría crecer sus dudas y a la vez  las   expectativas,  tantas cómo tiempo tardara en decidirse a abrirlo.  Tampoco sabía el emisor fantasma que era escéptica e indecisa de nacimiento, que hasta  sus amigas  le llamaban    “doña Mary-Dudas”  y según éllas,  demasiado tarde para  cambiar. 
         ¡¡ Si no lo abría!! -seguía pensando- dejaría la incógnita en el aire  como  ropa tendida  qué  sólo  el tiempo hará desparecer. Y buscarle  sitio  en el trastero sería igual a la  eternidad.




¡¡Y si lo abría!! Se arriesgaba a   no entender porqué o quién lo mandaba, suponiendo que  dentro hubiera alguna indicación.  
    Estaba en estas disquisiciones consigo misma, cuando un meteoro en forma de balón entró por  la puerta de la cocina y detrás  una pierna acompañada de lo restante del cuerpo de  Juanito José, su hijo pequeño. No fue ninguna casualidad,  el balón tenía que acertar en el paquete  por narices.  Lo dice la ley esa… “que si hay un objeto  frágil en un punto concreto y en cuatrocientos metros a la redonda hay un balón volando, le caerá encima”.
            Dori se mosqueó bastante por el susto,  y por que esas no son maneras de entrar en ningún sitio. Pero sobre todo, porque alguien había decidido por ella qué hacer con el “paquetito”.
            Al recogerlo del suelo  lo movió a dos manos como si fuera una maraca para asegurarse de si  el contenido se había hecho añicos. El sonido era revelador, contrariada comprobó que   ya no habría  sorpresa que darse,  y  el “suspense” creado mentalmente  sin siquiera darse cuenta, se esfumó. Mejor así.  Lo más práctico era terminar  de una vez  con la incertidumbre  que ella  solita estaba convirtiendo en un problema.
            Los ruidos eran lo más parecido a cristales rotos.
            ¡Vaya!, -se dijo con fastidio-, ahora habría que  decidir dónde tirar los restos huérfanos de remitente; al contenedor del cristal o al de los cartones.
            Con tanta  investigación y análisis, Dori,  olvidó pitar la suspensión del  partido, o expulsar a la caseta al certero goleador. Y antes de que pudiera reaccionar para dar la orden pertinente, su niño encajó otro pelotazo en el paquete y lo destripó.
       -¡Dos a cero!-  gritó  mirando a su madre  con un gesto de ganador agresivo un poco inquietante.
   Por el suelo quedaron los minúsculos trocitos  del  jarrón-bandeja-frutero o cosa imposible de reconocer, del envío  anónimo que se instaló hacía un rato como por arte de magia en la mesa de su cocina. De los trozos de  incertidumbre de una hora y media, de quizás, el objeto con que rellenar  ese  hueco del aparador que quedó vacío a consecuencia de un partido anterior.
            Al agacharse  para recoger  los restos  buscó  ávidamente algo que se pudiera leer. Sujeta en lo que parecía un asa  había  una etiqueta que decía: Made in Taiwán.
            -¡Bah!,  ni siquiera era un regalo con personalidad-.   
            Y no: no había  una tarjeta  que deshiciera el misterio,  y ahora  lo entendía. Quién se iba a hacer responsable de algo  así.
            Mientras bajaba a la basura lo que quedaba del estropicio, decidió  sin ningún titubeo, que la azotaina que se había ganado “Ronaldo”  José,   por los goles  en  propia puerta, de momento quedaba suspendida. Y hasta empezó a  considerar la posibilidad de llevar al chico a una escuela futbolera.

  Purificación.
Diseño: Internet

  Hoy 18 de febrero, este blog cumple dos años, sigo con la duda, tengo muchas, 
-como su nombre indica-,  si debo seguir. ¡Hay tantos y tan buenos!
Estoy muy agradecida  a todos los que me visitan y tienen la paciencia de leerme, y doblemente a los que además dejan un comentario. El año pasado tal día como hoy, mi entrada tenía almendros en flor, la primavera sí se adelantó.
Este año todavía no me he fijado, hace unos días que no estoy en casa por razones familiares, pero siempre hay un ratito perdido por ahí para pasar por aquí y cumplir.
Saludos a todos.   
Purificación.

viernes, 14 de febrero de 2014

El oficio más hermoso

Las Maestras de la República


En los recién entregados Premios Goya, el premio a la mejor película documental fue para "Maestras de la República," guión y dirección de Pilar Pérez Solano.


Maestras, Francheska. artelista

"Las Maestras Republicanas fueron unas mujeres valientes y comprometidas que participaron en la conquista de los derechos de las mujeres y en la modernización de la educación, basada en los principios de la escuela pública y demócrática..."






"Es natural que queráis saber, antes de empezar, quiénes somos y a qué venimos. No tengáis miedo. No vamos a pediros nada. Al contrario; venimos a daros de balde algunas cosas. Somos una escuela ambulante y que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela ambulante donde no hay libros ni matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rrodillas, donde no se necesita hacer novillos. Porque el Gobierno de la República que nos envía, nos ha dicho que vengamos ante todo a las aldeas, a las más pobres, a las más abandonadas y que vengamos a enseñaros algo, algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde lo aprenden y porque nadie, hasta ahora,ha venido a enseñároslo;pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros. Y nosotros quisiéramos alegraros, divertiros casi tanto como os alegran y os divierten los cómicos y titiriteros..."

"Historia de una maestra" Josefina  R. Aldecoa 1990.
Novela escrita con un sencillo y magistral ritmo narrativo que nos transporta a los antecedentes de la Guerra Civil  y de la posterior dictadura franquista. 

Se pueden dar por aludidos todos los  Maestros, (hermosa palabra, y más hermoso oficio) que me visitan, a los que conozco y a los que no, y  que, por supuesto, dedico con mucho cariño y admiración.
Purificación.