jueves, 26 de septiembre de 2013

El otoño

  Hubo un tiempo en que el mes de septiembre, yo  no  lo asociaba   precisamente con el otoño.


Miro la lista de los libros que  hay que comprar para tres cursos diferentes, porque  como todos los años ninguno coincide con los  del hermano mayor, (excepto los de Inglés de la academia), más los cuadernos para trabajar, los blocs, lapiceros,  pinturas,  bolígrafos, rotuladores, plastilina, cartulinas.
 Este año  hay que renovarle la  mochila a uno  y los estuches a  dos,  un   compás que perdió el aparato  donde se pone la mina.  Las escuadras y las reglas del segundo se rompieron en protesta  de lo apretujados que van, me dijo el interesado  con una cara de guasa de no te menees. 
 El pequeño, a voces desde el baño, -que tengo  que llevar  typex,
-¡Ni hablar!, usas la goma de borrar y si no, tachas!, así te acuerdas del fallo. Pues no es moderno  tu profe,  ni nada.
- Me hace falta un  “saca”, - bueno  primero buscas  el último del año pasado, te compré tres por lo menos.
 -Vale.
-Mamá, el libro de inglés dice la seño que no sirve porque mi hermana escribió en los márgenes todas las soluciones.
-Tu hermana no tiene arreglo le gusta dejar   señales por donde pasa.
-Me ha dicho  la de gimnasia  que tenemos  que llevar gorro para la piscina. 
 -Bueno  a lo mejor hay alguno por ahí  de tus hermanos. -Siii ya sé, y también un chandal.
-Mamá,  qué pongas el nombre en los libros  antes de forrarlos para que no se borren.
-Pues ya no hay remedio los forré anoche, a seis por niño….
-Mamá, me hacen daño las zapatillas deportivas, 
-Porque  aprietas mucho los cordones, átalas más flojas, ya verás.
-Mamá, que me hacen daño en el dedo gordo.
-Bueno, te compraré unas, pero olvídate del último modelo, serán como yo diga.
-Ya, las más birrias, las que ya no lleva nadie.
-El de pre-tecnología  mañana nos dará la lista de lo que me tienes que comprar.
-El cuaderno de dibujo  no es este, te lo dije, que este año es de los grandes.
Y poco a poco, todo, o casi todo tenía solución.
Ya en octubre, las cosas se relajaban,  eso que todavía  quedaba por solucionar el encaje de horarios  de las  clases "extraescolares".

(Los recuerdos a veces juegan con uno, y no puedo asegurar que no me haya inventado algo.  A saber lo que recuerdan éllos,  porque  visto así, parezco un poco madrastrona.)


Esa “tortura” de los "septiembres" ya bastante lejanos,  ahora me parece  música celestial. 
Los recordé mientras buscaba el papel con el horario de mis clases  de este año, (ahora la estudiante soy yo)  en la Universidad de Mayores, de la U.A.H.
Entre  la extensa oferta de  monográficos cuatrimestrales de este curso, elegí estos.

 "Historia de América Latina  Contemporánea;  lunes de  las 17h. a las 18,30h.
 El  tiempo de Cervantes;   martes  de 18h. a las 20,30h.
Lugar de impartición; Facultad de Derecho."

Puri. 
Imagen Internet.

lunes, 16 de septiembre de 2013

YO, UN BIZCOCHO



Es un problema cuando un bizcocho como yo (me llaman el del "yogurt")  nace con tantas dudas existenciales.
¿Qué número haré yo, cuántos habrán  salido de las mismas manos, y del mismo horno, y de la misma imaginación, y les colocaron  en esta misma mesa?
No sé si los otros, los anteriores,  se cabrearon tanto como yo  cada vez que una cara enorme se asoma  por la ventanilla para ver si crezco adecuadamente. Fui algo lento, lo reconozco, pero no por mi culpa, un poco de levadura se quedó en un doblez del sobre y me costó lo que nadie sabe subir y subir hasta conseguir este aspecto apetitoso y saludable, que tengo.  Tanto, que mi amorosa manipuladora,  después de exclamar ¡pero que  bonito! fue y ¡zas! me  hizo una foto. 
Pero estaba mucho más en forma,  hasta que me clavaron una larga aguja hasta el corazón, para hacerme la prueba del nueve en cocción, que según dicen, asegura  que ya estás  bueno para que te coman. Y ahí,  en ese mismo momento, tengo que reconocer que me desinflé un poco.
Pues nada,  aquí estoy  en la bandeja  de los bizcochos esperando poder "compartir" unos cuantos desayunos rápidos y alguna  que otra merienda agradable, menos el último trozo, porque una vez perdida mi buena presencia y mi tacto mollar, empezará a rodar por los rincones hasta que   alguien por pura pena me hará miguitas en un café con leche. 
Soy casero, sencillo y nada pretencioso,  y sería  fabuloso si alguien se pusiera a llorar por que  mi olor le rcuerde a toda su infancia, y encontrara de golpe todo "su tiempo perdido".




  
 La que lleva  "esto", dice que no va a dar explicaciones de  como se me hace porque  todo el mundo lo sabe, si ella lo dice...  también dice  que estoy muy bueno.

Un bizcocho 


Puri.
Fotos, propias

domingo, 8 de septiembre de 2013

El rastro que nos dejan



Puesto que el Hades no existe, seguramente estás allí
último hotel, último sueño,
pasajera obstinada de la ausencia.
Sin equipajes ni papeles, dando por óbolo un cuaderno
o un lápiz de color.
-Acéptalos barquero: nadie pagó más caro
el ingreso a los Grandes Transparentes
al jardín donde Alicia la esperaba.

J. Cortázar







Dedicado a su amiga, la  poeta argentina  Alejandra Pizarnik, después de su muerte.
(Pizarnik, se suicidó en plena juventud)






  






Pintura: Sorolla
Foto: Internet

Puri.