VIAJE A GRANADA
Fotos: P. Merino
“Quiero vivir en Granada
solamente por oír
las campanas de la vela
cuando
me voy a dormir”…
(Hace mucho tiempo que conozco esta
canción)
Y por fin descubrí Granada. Y en la
Alhambra he visto la torre de la vela, la más alta de todas las que allí hay, y
la campana que según la copla, escuchaban
para ir a dormir.
Aunque las cosas y los sitios estén desde hace
mucho tiempo (en este caso siglos) parece que no existen hasta que no los
conoce uno mismo.
Decir Granada, es decir Alhambra, Generalife,
Albaicín, Sacromonte… pero sobre todo “Alhambra” (Palacio Rojo)
No quiero perderme entre fechas y
nombres, dinastías, épocas, construcciones, conquistas, reconquistas, reformas,
añadidos, abandono… el abandono que ya denuncia Washington Irving cuando en
1829 viaja hasta allí para inspirarse en su libro “Cuentos de la Alhambra”, que
leí hace tiempo y al que he recurrido ahora para confirmarlo. Dicen que el
gobernador le cedió unas habitaciones y existe una placa que lo recuerda.
“Es Irving quién nos da a conocer el
olvido, la negligencia patente en el palacio, cuya arquitectura nazarita se
había visto alterada, con pretensiones de enriquecimiento por reyes cristianos
e invasores napoleónicos, y que se conservaba sin más custodia que la de una
anciana guardesa, una guarnición inactiva y unos habitantes empobrecidos”. Y es
cuando se conoce el libro cuando se empiezan a interesar por La Alhambra.
Y aparte de todo lo dicho, quisiera
resaltar la emoción de estar en este sitio que por fin existe (para mí).
Maravilloso todo el conjunto, los palacios, las estancias con esas ventanas
misteriosas al contraluz que dejan ver el paisaje, las casitas blancas que pueblan el Albaicín, recortándolo
con forma ojival. Los espléndidos techos de madera que parecieran esculpidos
por ángeles, por la altura, en tiempos adornados con estrellas de plata, y que después fueron desapareciendo como muchas otros cosas. Parece que la altura
no era tanta.
Los jardines rodeados con esa
planta que la da nombre al patio más famoso y fotografiado “Patio de Arrayanes”, el del estanque - espejo donde se
mira el palacio creando una doble imagen encantada para impresionar a los
embajadores que esperaban a ser recibidos por el sultán reinante. Imagen maravillosa
ahora un poco más difícil de contemplar por tantos visitantes que sólo quieren
hacer fotos y fotos, igual que yo. A
pesar de eso, la magia existe si puedes abstraerte unos minutos y contemplar sin pensar en nada, y no reparar en los que vienen por detrás ni al grupo de alemanes que van delante, lentos… a piñón
fijo.
El arte, que se recrea por todos los sitios te
hace estar alerta porque en cualquier rincón hay algo que admirar. El Patio de
los Leones, recién incorporados a su
espacio habitual después del largo proceso de recuperación. Los arcos que lo
rodean causan la misma admiración
que las primorosas labores de encaje
realizadas por expertas manos de mujeres, y que hay que reconocer a la paciencia , el gusto y el
amor por la belleza de los árabes.
El Palacio que mandó construir
Carlos I, para que su esposa estuviera
mejor acomodada (y que no se terminó),
cuando lo veía en fotos me parecía que no encajaba en el conjunto, ahora,
sin quitar el valor que por sí solo tiene, me sigue pareciendo un poco “parche”, con perdón de los entendidos.
Un poco más arriba de la montaña, el
Generalife; lugar de más emociones, más
palacios, más ventanas por las que ver y no ser visto, más fuentes susurradoras
que empiezan o terminan bajo los arcos de verdes setos sombríos, para que el
agua tenga más frescor. Y una curiosa “escalera
del agua”, con regatillos para discurrir
por lo que sería los pasamanos. El agua
siempre tan presente e importante para gentes que vinieron del desierto. Las piedras y el agua compañeros inseparables
Y desde allí otro regalo, la vista
espectacular de La Alhambra asentada en
la montaña y más abajo Granada, la mora, la cristiana, la bella, la deseada.
De la que dijo el poeta:
“Granada, ninguna ciudad se te
asemeja
Ni en Egipto, ni en Siria, ni en
Irak,
Tú eres la novia
Y esos países son tu dote”.
(León el Africano, Amin Maalouf)
Libro que
cuenta en parte, la vida de los vencidos,
los reconquistados.
Viaje a Granada con mis compañeros de tercer año de Humanidades
de la Universidad de Mayores. Universidad de Alcalá
de Henares.
Puri.
Puri.